31 mayo 2006

Riotinto

El paisaje de Minas de Riotinto (Huelva) es un delirio de colorines. Aquello fue durante mucho tiempo la mayor explotación minera del mundo, y ahora, una vez paralizada toda la actividad hace cinco años, queda una comarca destripada, comida por inmensos cráteres, tajos a cielo abierto, pirámides de escorias, lagunas mineras, "playas" de azufres y óxidos cristalizados, montañas en carne viva con murallones violetas, verdes, amarillos, naranjas.

En esta zona ya sacaban cobre hace 5.000 años, luego aparecieron los fenicios para extraer plata, y más tarde llegaron las inmensas ingenierías de los romanos. Pero el pueblo (Minas de Riotinto) nació a partir de 1873, cuando la compañía británica Riotinto Company compró los derechos de explotación de la cuenca minera. Al lado de las casas (a menudo chabolas) de los obreros, los ingleses levantaron toda una urbanización victoriana, con sus parques, sus piscinas, sus campos de tenis, críquet y golf -prohibida la entrada a los españoles-. Crearon el primer grupo de boy-scouts en España (otro efecto contaminante de la minería) y trajeron el fútbol: el primer club fue el Riotinto Football Club, de 1878, compuesto sólo por británicos, y en 1890 se fundó el Recreation Football Club, el actual Recreativo de Huelva, el equipo más viejo del fútbol español. Estos ingleses tan finolis y tan sportmen también se dedicaron a explotar a los niños con fruición (de los primeros 1.110 trabajadores, un tercio eran menores de edad, y de ellos 47 no tenían ni 10 años). Lo hacían porque un niño cobraba la mitad del sueldo de un hombre (y muchos trabajaban lo mismo). También pagaban el 80% del sueldo en cupones que los obreros sólo podían gastar en tiendas de la propia compañía. Y cuando los mineros protestaron porque la calcinación de mineral al aire libre junto a sus casas les estaba envenenando, los reprimieron a tiros (un buen puñado de muertos). Una historia edificante sobre cómo llegó la prosperidad económica a esta región.

Los ingleses dejaron Riotinto en los años 50 del siglo XX. No porque se agotara el mineral: es que se abrieron nuevas minas en América del Sur, y allí la mano de obra era mucho más barata. Y allá que se fueron. Varias empresas españolas se encargaron de Riotinto en los siguientes años, pero a finales del siglo XX fueron echando la persiana. Y desde 2001 ya no hay actividad minera. Y, otra vez, no cerraron el chiringuito porque el mineral se agotara. De hecho, hoy en día las reservas de cobre de la región son de las mayores de todo el planeta. Pero aquí un trabajador tiene derechos y un sueldo digno (no sé, ¿1.000 euros?). Y en Indonesia hay una mina gigantesca de cobre y azufre (en mitad de la jungla y a 4.000 metros de altura), y allí los trabajadores no están para pedir muchos derechos laborales y cobran 60 euros al mes. Las fundiciones de Huelva siguen trabajando, pero no funden mineral de Riotinto, a 50 kms., sino que lo traen desde Indonesia. Sale más rentable. Si las minas de Riotinto no funcionan es porque están en un país desarrollado y la gente no se deja explotar. Así es el capitalismo feroz, amiguitos.

Otros aspectos más edificantes: Minas de Riotinto es un paraje tan alienígena que la NASA anda por aquí probando los robots que enviarán a Marte dentro de dos años. Siempre se ha dicho que el río Tinto es un río muerto: transporta tantos metales pesados y es tan ácido que resulta puro veneno. Y es así por naturaleza. Pero hace unos años, unos microbiólogos españoles descubrieron que en el río vivían unos bichitos: bacterias litotróficas. O sea, que comen mineral, así, a palo seco, sin empujar con pan. Y no es que vivan sólo en el agua: han pasado al río, pero han encontrado bacterias de esas bajo tierra, a 100 metros de profundidad, comiendo sus raciones de hierro y cobre tan ricamente, en absoluta oscuridad. Y la Nasa cree que si en Riotinto hay bichitos así, también podría haberlos en Marte. Y aquí andan, haciendo pruebas.

La vida de esta bacterias, enterradas a 100 metros y comiendo mineral, no parece muy emocionante (aunque también es cierto que no les llegan las canciones del verano ni escuchan a Maradona haciendo análisis de política internacional). Ahora que se plantean los derechos de los simios, alguien debería defender un plan para mejorar la vida de las bacterias litotróficas, porque es bastante cruel que se dediquen a comer hierro y cobre cuando a 40 kilómetros existe cierto pueblo llamado Jabugo.

(En este viaje las grandes ciudades me dan cierta pereza, pero Sevilla me ha maravillado. Los detalles, pa otra vez. Ahora mismito salgo hacia Sanlúcar de Barrameda, Cádiz... Y una aclaración: en Huelva dije que huelvo porque ya no podía ir más lejos, pero si todo va bien el regreso va a ser otro vuelo de avispa, con rodeos y txiribueltas por el mapa, muchos días y muchos kilómetros: así que no os relajéis, murcianos, que espero caer por allí).

30 mayo 2006

No hay desorden



Las mujeres del grupo de gimnasia del valle de La Jara (Toledo) se van de excursión. Como casi siempre, ellas son las más animadas: los hombres en el bar y/o mirando la tele; las mujeres, gimnasia, excursiones, cursos de informática.

Yo: ¿Y el pueblo por qué se llama Buenasbodas?
Señora Gritona: ¡Porque se hacen bodas buenas!
Señora Sosegada: Es que antes las bodas de aquí duraban tres días. Y dicen que una vez mataron a un conejo que dio carne para una boda de siete días.
Yo: ¡Jobá con el conejo!
Señora Sosegada: Pero resulta que en realidad habían matado a un ternero que se llamaba "Conejo".
Señora Gritona: ¡Buenasbodas, malos casados!
Yo: ¿Es que los matrimonios de aquí no salen buenos?
Aparece Señor Rencoroso: Nada, la mitad están apartados. Yo me casé dos veces. La primera me salió muy mala, me duró muy poco. La mandé a freír espárragos. Así de apartados hay en este pueblo, así, divorciados y eso.
Señora Sosegada: No haga caso. Aquí casi no hay desorden.

(De esto hace ya 500 kms. Ayer hice el póker extremeño (Guadalupe, Trujillo, Cáceres, Mérida). Hoy he pasado a Huelva por la Sierra de Aracena: ayer en tierras de Badajoz rozamos los 40 grados y hoy en estas montañas ha entrado una niebla helada que me ha tenido temblando en la vespa hasta que he parado a abrigarme. He pasado por Jabugo -y por su Plaza del Jamón-, estoy en Aracena, voy para Minas de Ríotinto y espero acabar la etapa en Huelva. Y como ya no podré ir más lejos de casa, en Huelva cojo y me huelvo).

29 mayo 2006

Recordando a los amigos




Después de recordar ayer a mi animal preferido, hoy me he acordado mucho de mis amigos.

Este mediodía el sol cacereño apretaba con ganas, y los guarros de la foto chapoteaban que daba envidia. Unos se tiraban tripa abajo, se tapaban los ojillos con esas orejas-visera tan graciosas y hala, a sestear. Otros se tiraban panza arriba, doblaban las patitas y se revolcaban con fruición. Pocas veces he visto semejante exhibición de placer. Me han dado ganas de salir corriendo y tirarme en plancha al lodazal, pero justo en ese momento ha parado un coche de la Guardia Civil y me ha preguntado si tenía algún problema. Les he dicho que no, pero era que sí.

Saludos desde Trujillo, oink, oink.

28 mayo 2006

El animal preferido de mi animal preferido



Precaución: curva con nostalgia

27 mayo 2006

Fotos a tutiplen (4): paradas





1: Atasco en los Ancares de Lugo
2: El autor (Santiago de Compostela)
3: Acampada en el embalse Gabriel y Galán (Cáceres)

(Ahora no me deja poner tildes en el título: ¡tutiplén, tutiplén, tutiplén!)

Fotos a tutiplen (3): paisajes





1: Punta Roncudo (Costa da Morte, La Coruña)
2: Protojamones en dehesa salmantina
3: Las Médulas (León)

Fotos a tutiplen (2): paisanajes




1: Mercado de El Puente de Sanabria (Zamora)
2: Carreteras silenciosas del Valle de Mena (Burgos)
3: Cerezas de Navaconcejo (valle del Jerte, Cáceres)

Fotos a tutiplen (1): nieve, niebla, sol






Nieve: circo de Brañavieja (Alto Campoó, Cantabria)
Niebla: puerto de Palombera (Cantabria)
Sol: Zamora

Cinco moras para el diablo







Si pincháis en las imágenes, se deberían ampliar.

26 mayo 2006

Lo que me falta



Después de 21 etapas y 3.885 kilómetros (incluido el bucle navarro), la vespa pasó por el taller madrileño que fundó Manuel Gómez Ysla, campeón de Castilla de carreras en vespa de 1956, nada menos. El repaso: cambio de cubierta trasera, proyector nuevo (o sea, la pantalla del faro delantero, que se me cayó en Zamora), manetas de freno y de embrague nuevas, calzas de goma nuevas (para las patas que sostienen la moto) y un par de bombillas. 141,42 ecus, y lista para los próximos 4.000 kms.

Todo eso era lo previsto, pero yo tenía un pequeño miedo porque últimamente toda la "cabeza" de la moto vibraba mucho. Temía que se me soltara alguna pieza, el embrague, los cables transmisores de las marchas, yo qué sé. Pero la mecánica le echó un vistazo y me dijo:

-Nada, lo que pasa es que te falta un tornillo. Eso no tiene importancia.

Estoy de acuerdo con las dos frases.

(En las fotos, la diferencia entre la cubierta delantera y la trasera después de 4.000 kms. Claves: el peso y, sobre todo, la tracción trasera. O sea: el motor transmite la fuerza a la rueda de atrás, que es la que sufre cada arrancada y cada acelerón).

(Y después de este capítulo mecánico, a lo largo del fin de semana iré colgando fotos y textículos de asuntos pendientes. Argi ibili, albardao).

25 mayo 2006

Aterrizaje en Madrid


Entrada triunfal de la vespa por la Gran Vía de Madrid. Ha ido directa al taller Roma de la calle Piamonte (más italiano imposible). Ningún problema, sólo necesita reponerse del trote de los 4.000 kms: un neumático trasero nuevo, un par de bombillas, tensar un cable y ya está. Yo también pararé unos días en Madrid. Y me meteré en la lavadora con vespa y todo.

Tengo pendientes unos cuantos relatos de los últimos días. Desde la charla con los vecinos de Diosleguarde (provincia de Salamanca), pasando por la espectacular subida véspica a Peña Francia (ya ves, Eric, tengo buena intuición), hasta el paseo por Las Batuecas y los hermosísimos kilómetros cacereños (Las Hurdes, atracón de cerezas en el valle del Jerte, valle de La Vera). Intentaré ponerme al día a partir de mañana, y responder a algunas cuestiones que plantean los queridos lectores, becos incluidos. Eta bidaiaren atzean tartekako bakardadeak eta tristurak ote dauden jakin nahi duen (edo uste duen) albardaorenak, adibidez. Saiatuko naiz.

Os agradezco un montón los comentarios y los saludos. Viajar solo tiene enormes ventajas (algún día que llueva y no me pueda mover escribiré algo sobre estas ventajas) pero una de las pegas es que a veces se echa de menos disfrutar de algunos buenos momentos en compañía. Y los lectores del blog sois, al menos, un eco de compañía. Es mi primer blog viajero y estoy encantado de escribiros y leeros.

22 mayo 2006

Sólo paré a saludar...


... y casi me quedo a vivir.

En Xinzo de Limia (sur de Orense, que ya es decir) me desvié a Vilar de Barrio, y de ahí me seguí desviando hasta la aldea de Maus. Pregunté por Mercedes, la de Isaac, y cuando apareció le dije que traía saludos de Beatriz, la nieta de Ramiro, que yo era amigo de ella y de su familia, que la conocía de Pamplona. Qué buena es Bea, qué chica tan maja, qué sociable, es que habla con todo el mundo, y qué dos críos tan guapos tiene, pues ahora está embarazada otra vez, ay, qué alegría, seguro que sale tan guapo como los otros, y Carlos, cómo le gusta este pueblo a Carlos. En la primera pausa, Mercedes me dice: "¿No quieres pasar a tomar un café?". Acepto y entro hasta la cocina.

Dentro está su marido Isaac, Isaac el Grande, que enseguida empieza a desplegar sobre la mesa un jamón, una ristra de chorizos y un salchichón, y empieza a cortar lonchas y rodajas como si se fuera a acabar el mundo. "Venga, come, come sin miedo". Y yo que no quiero molestar, que por favor. Me pongo a picar, una loncha de jamón, una rodajita de chorizo. "El jamón, bah, nos tocó en una cesta, pero el chorizo y el salchichón son nuestros, los hacemos en casa. Pero come, hombre, come. ¿Y no quieres un poco de vino? También lo hacemos en casa.Toma, bebe. ¿O mejor una cerveza, que casi no tiene alcohol, para que vayas bien en la moto?". Isaac me sirve vino, a la vez abre un botellín de cerveza y Mercedes me deja sobre la mesa un tazón de medio litro de café con leche. Y pan y galletas y bizcocho. No sé por dónde empezar, y como dudo, Isaac arranca de nuevo: "Pero come, hombre, come tranquilo, que todo es de casa". Son las 11.20 de la mañana. Le pego con entusiasmo al chorizo y al salchichón -excepcionales- mientras bebo sorbos de café y de cerveza. A los cinco minutos paro para respirar. "Buf, qué comilona, muchas gracias". "Pero, hombre, si no comes nada". "Es que son las once y media, y estoy lleno...". "Bah, con lo que has comido qué te vas a llenar, anda". Y empieza a cortar más lonchas de jamón. "No, por favor, ya no puedo más". "Pues mira, te los pongo en un bocadillo, y así luego no tienes que buscar un sitio para comer".

Isaac me hace un bocadillo de jamón y salchichón tamaño superpetrolero. Lo envuelve en papel de aluminio. Cuando lo termina, la inactividad le pone nervioso y toma otra decisión: sin decirme nada, agarra una ristra de cinco chorizos y un pedazo de salchichón de 20 cms. y los envuelve en más papel de aluminio. "Para que los lleves en la moto, por si surge una necesidad".

Oigo a Mercedes a mis espaldas: "Oye, y si te quieres quedar a comer...". Me giro y la veo alzando dos patas de cordero, una en cada mano, como si fuera una sota doble, o una diosa de la carne y la gula. "Son de corderos nuestros".

Ha pasado ya un día y medio. Después de una visita estupenda al lago de Sanabria (tiene historias interesantísimas, leyendas, geologías, monasterios extraños y mil detalles deliciosos, pero comprenderéis que sacrifique la crónica del lago en favor del episodio de Maus), después de Sanabria, digo, estoy en Zamora. En un parque entre la catedral y el castillo, me he preparado un bocata con el chorizo de Maus. Me saltan las lágrimas de la emoción. Creo que me notaréis el aliento incluso a través del blog. Y he pensado que si hago una pasta con este chorizo y la mezclo con la gasolina de la vespa, seguro que puedo ir a 170 km/h.

Sólo puedo añadir: ¡Viva Maus! ¡Vivan Isaac y Mercedes!

(Voy hacia Salamanca y Ciudad Rodrigo. Después, probablemente haré una transversal hacia Madrid por la sierra de Francia, sierra de Gredos, sierras de Ávila... Y quizá llegue a Madrid dentro de tres o cuatro días. Amigos madrileños o residentes en Madrid, ¿andáis por ahí? ¿Nos tomaremos una caña? Yo pongo el embutido).

20 mayo 2006

La palloza de Jaime



Como ya os conté, Jaime me enseñó la palloza en la que vivió con su mujer (y con vacas, cerdos y gallinas) hasta que cumplió 72 años. Ahora tiene 82. En la foto, la cocina. (Balouta, Os Ancares)

Mi chalé en la costa



Como no para de chover en Santiago, tengo tiempo para colgar las fotos del chalé en el que dormí en la Costa da Morte. Alguna ventaja debía traer el boom urbanístico.

Vespa mediática: el bueno de Bruce Willis ayudando a los niños necesitados y yo, en el segundo párrafo, haciendo el gamba por el mundo. La mala conciencia me corroe

19 mayo 2006

Mala mar

Puedo contar con los dedos de una oreja las cosas que me ponen carne de gallina. Hoy he descubierto una: la mar cabreada en la Costa da Morte. Menuda congoja. En Punta Roncudo, las olas reventaban contra los acantilados con tanto empeño y tanta furia que el mar parecía una bestia líquida con muy mala intención. El rugido del Atlántico, la espuma, la cortina de salitre, y para redondear el toque trágico de la escena, las cruces de los percebeiros muertos en la zona.

Precisamente en el pueblo de Corme me he encontrado con Benito, un percebeiro de mi edad, que hoy tenía paro forzoso porque hacía "mucha mar, demasiada". Me ha explicado que de octubre a abril cogen erizos (imagino el gesto prieto de lectores uruguayos o argentinos), y que de abril a octubre, percebes, navajas, lombrices. También me ha contado por qué últimamente no mueren percebeiros: son gente más joven, mejor preparada (Benito, en sus ratos libres, se dedica a abrir vías de escalada en paredes de granito), llevan salvavidas, trajes de neopreno, cuerdas. Casco no, porque hay que escuchar bien la mar, hay que escuchar cada ola, no sea que venga una mala, o una malísima, como aquélla que se llevó a tres hermanos de un solo golpe aquí mismo.

He pasado por Laxe y he parado a comer en Muxía. El pueblo estaba desolado: nadie en la calle, nadie en el puerto, nadie en los bares y las terrazas del puerto. Entre callejuelas he encontrado una tasca que prometía comida casera. El dueño, un falangista de tomo y lomo (los detalles reveladores los dejo para cuando escriba el libro Vespaña, je, je), me ha dicho que no tenía nada más que empanada de atún y un arroz con carne que estaba preparando para su mujer y para él, porque no había turistas ni nada. Vale, he compartido la comida. La empanada era de cuando Fraga hizo la Primera Comunión. El arroz estaba pastoso y soso. Y por esta comida más un café el muy jetas me ha cobrado 10 euros (como para 9 cenas en el paseo marítimo de Ribadesella :-).

He salido a la desolada Muxía, pero tampoco entendía muy bien por qué Paco me dijo que en este lugar él siempre se sentía raro, "es un sitio telúrico", me dijo, que es una palabra que nunca se sabe muy bien qué quiere decir, y que por eso a mí me encanta usar. La empanada del falangista, por ejemplo, era telúrica de narices. Total, que de repente he comprendido lo que le pasaba a Paco. He llegado al faro de Muxía, donde también se levanta el Santuario de Nuestra Señora de la Barca. Esta iglesia es una mole de granito, un cubo enorme sin ningún detalle ornamental, un bloque bruto (incluso diría que bastante telúrico) colocado allí, enfrentado al mar, con la fachada encarada al océano, como para detener la furia de las olas, que también aquí revientan y revientan como si acabaran de inventar las olas y estuvieran probando el prototipo. Pero lo más inquietante era el último tramo de costa: un almacén de tremendas rocas de granito, fragmentadas en un millón de piezas pulidísimas, todo muy raro, muy grande, desproporcionado. Se veían formas casi orgánicas, como torsos de monstruos, he caminado entre ellos y he recordado una pesadilla de infancia que se repetía muchas veces y que no puedo explicar, algo relacionado con bloques grandes y amenazantes.

He visto varias veces a gente desazonada ante un paisaje, nerviosa, con ganas de irse, pero pensaba que eso no me pasaría a mí. Pero hoy me he ido de Muxía con una inquietud y un desasosiego que nunca había experimentado, con la impresión de que allí flotaba algo maligno.

Yo creo que la empanada del falangista tenía algún resto de hidrocarburo del Prestige.

(En esas rocas de Muxía me he acordado de Nerea, que decía que los lagos le parecían malignos. Pero también decía que con gafas de sol no oye bien y que los chinos le dan sueño, así que...).

(Después he llegado a Finisterre -hermoso y, sí, un poco telúrico también, pero nada que ver con el temible paraje de Muxía- y ahora estoy en Santiago. Mañana, si sigue aguantando la lluvia, quiero tirar hacia las Rías Baixas).

(Otro comentario notable de un paisano, de un pescador jubilado de Laxe que me ha preguntado si andaba de viaje. Le he explicado que con esa vespa venía de San Sebastián, que quiero pasar varias semanas de viaje... Y el hombre ha cerrado la conversación así: "Bueno, total, tenemos que morirnos igual").

17 mayo 2006

De pallozas y xavarines

Los Ancares, entre León y Lugo, son una de las montañas más viejas de España, y una de las comarcas más aisladas y más pobres. La carretera y la electricidad llegaron anteayer, y hasta hace bien poco algunos paisanos vivían en pallozas (esas construcciones ovaladas, probablemente nietas de los castros celtas, con muros de piedra, vigas de roble y cubierta de paja, en las que convivían personas y animales sin apenas separación).

Subí desde León por la vega del río Ancares, un paraje de matorrales, áspero, en el que sólo el río traza una pincelada frondosa, un bosquecillo fluvial que corre por el fondo del valle. Durante muchos kilómetros no se ve ni un pueblo, la soledad acongoja incluso en vespa. Luego aparecen, aquí y allá, aldeas negras, de granito y pizarra, con unas huertas minúsculas de tierra cenicienta. Las abuelas también van de negro riguroso, como la que se me acercó a charlar cuando paré en la fuente de Espinareda de los Ancares. Me contó que vivían de "los pimientos, los cebollos y las patatas", y de estirar la pensión para comprar todo lo demás al panadero y al frutero, que llegan con la furgoneta dos veces por semana.

La carretera sube hasta el puerto de Ancares (1.648 m.) y el último tramo es espectacular, porque aparecen bosques frondosos y se bordea el circo glaciar de Cuíña. Bajé al pueblo de Balouta, encajonado en una hoya entre montañas, y allí el señor Jaime (82 años y un diente, boina calada y andares eléctricos) me enseñó el interior de la palloza en la que vivió con su mujer hasta hace 10 años. Jaime (qué pena de foto, en este ordenador del albergue no puedo enchufar la máquina) tiene la palloza preparada para las visitas (cobra un euro): la habitación, con la cama de matrimonio y los retratos de familia; una cocina con fuego central y toda clase de pucheros, incluido el barril para hacer mantequilla; una cuadra para las gallinas; el establo para una docena de vacas y unos cerdos. Las estancias están separadas por unos tabiques de roble que sólo llegan a media altura. Le pregunté si todavía vivía alguien en alguna palloza. Me dijo que ya no: "Os das outras pallozas morreron". (Ya me corregirá el público galego).

Pasé a los Ancares de Lugo, también impresionantes: un océano de montañas y más montañas, valles, subvalles y rincones, bosques de acebos, castaños con troncos que no se podrían rodear entre tres personas, y más aldeas y pallozas diseminadas por las laderas. Eso sí: esta parte gallega de los Ancares es un tremendo laberinto, una red de mil carreteritas que se entrelazan (sin señales en los cruces), de aldeas que no aparecen en el mapa (en el mío, al menos). En el recorrido por la comarca quería acercarme a un castro celta del siglo I. Me volví loco, subiendo laderas y bajando a barranquillos, cruzando bosques y ríos. Además, descubrí la Ley del Kilómetro Gallego: si en un cruce un paisano te dice que faltan 4 o 5 kilómetros para llegar al castro, échale 15. (Y como además hay que hacer los 15 de ida y los 15 de vuelta, te sobra mucho tiempo para lamentar el escaso éxito que ha tenido en esta región el sistema métrico decimal). (Si al principio de la jornada no me hubieran avisado para que llenara el depósito antes de entrar en los Ancares, me habría quedado seco con absoluta seguridad). En fin, que los Ancares son el paraje que más me ha impresionado de todo el viaje. Pero si no se tiene un mapa muy detallado, hay que entrar a la zona con paciencia. Con paciencia, provisiones para tres días y unas bengalas para que te encuentre la patrulla de rescate.

Hoy Pacosánchez me ha llevado a su aldea natal (Recareo) para comer con su familia: empanada de atún y un estupendo guisote de jabalí (en galego "xavarín", gran palabra, casi onomatopéyica, la pronuncias y parece que se escurre entre los matorrales). Estoy satisfecho y agradecido cual Obélix. De Paco puedo decir muchas cosas buenas, y ya las diré, pero por ahora sólo adelanto que es un señor muy importante y muy serio que siempre se está riendo, y que es la persona que mejor pronuncia la palabra BOBO (es que la dice siempre con mayúsculas) .

16 mayo 2006

Hubo novedad

Ya no hay duda: el abuelo babiano del que os hablaba ayer -"¡que no haiga novedad!"- era un sabio. Porque ayer hubo novedad, y mejor que no la hubiera habido.

De Ponferrada subí a ver Las Médulas (unas montañas rojizas destripadas a lo bestia por los romanos para extraer oro, una historia alucinante y un paisaje alunizante), y cuando bajaba de vuelta, la maneta del embrague empezó a girar como loca, sin enganchar las marchas. A trancas y barrancas, pateando asfalto y cuesta abajo hasta Carucedo, llegué a un taller en el que me recibió un mecánico antipático esdrújulo (debía de ser de la familia de aquellos de Villasana de Mena, los del "mmmgrpfh", "puaf", "grronch"). Pintó tremendos nubarrones en mi futuro y me mandó de vuelta a Ponferrada, a buscar un taller de motos.

Pero la vespa es una maravilla. Con cualquier otra moto me habría quedado tirado allá, llamando a la grúa. Pero, por suerte, aún me enganchaba la tercera. Y, señores, la vespa se puede arrancar en tercera: se echa pie a tierra, se agarra la moto por los cuernos, se empieza a correr hasta coger velocidad, se salta al asiento como John Wayne, se mete tercera y la vespa emite una tos bronca (como de ballena con mocos), propopop, propopop, hasta que se va acelerando, y marcha. Así volví a Ponferrada. En el taller, les hablé un poco de Vespaña, dejaron las motos que estaban arreglando y se pusieron a abrirle los sesos a mi vespa (nunca lo he dudado: hay más gente maja que borde en el mundo). Pronto me dijeron que era una tontería: uno de los cables de las marchas estaba deshilachado y no tiraba, así que las velocidades no entraban, salvo la tercera, de chiripa. (Y gran chiripa, porque si no hubiera entrado ninguna o sólo la primera, aún estaría llegando a Ponferrada). Me cambiaron el cable y me cobraron la operación: ¡diez euros! Es que la vespa es tan sencilla, me dijeron. Basta con cambiar las piezas que se desgastan con los kilómetros. ¡Viva la vespa! ¡Abajo la electrónica!

Salí entusiasmado de Ponferrada, dormí con la tienda de campaña en Vega de Espinaredo y hoy he recorrido los Ancares leoneses y lucenses: la etapa más bonita y más interesante de todo el viaje, por ahora. Estoy encantado. Ya os lo contaré mañana o pasado. Estoy casi en La Coruña (mañana, día de las letras galegas, aunque no sé cuál celebran este año, espero que sea la g o la h, comeré con Pacosánchez). Sólo usaré la vespa para ir a La Coruña (20 kms) y volver por la noche a este albergue a orillas de la ría de Betanzos. Jornada de descanso, que ya van casi 1.500 kms. desde Donosti.

15 mayo 2006

Estoy en Babia


En los comentarios de la croniquilla anterior, Rafa se adelantó. Yo iba a empezar hoy escribiendo esto:

El mundo debe saber que en el bar Chavela de la calle Palencia de Gijón dan un menú de 8 euros que en mi caso, ayer, incluyó: de primero, sopa (te sacan un cacerolón para que te sirvas hasta hartarte); de segundo, fabes con ciervo (también cacerolón; y la carne del ciervo era tan tierna que yo creo que era Bambi); de tercero, bistec al cabrales; y de postre, tarta casera de chocolate y nata.

Salí cantando "Asturias, patria querida", hacia Oviedo, donde celebraban a bocinazos el triunfo de Fernando Alonso. Me metí por las montañas y los bosques de Somiedo (aún quedan osos, pero yo ya no tenía hambre). Subí por el larguísimo puerto de La Ventana (1.587 m.), con la carretera serpenteando bajo una bóveda espesísima de hayas y abedules, y tan solitaria que si hubiera plantado la tienda de campaña en el asfalto para pasar la noche no creo que hubiera ocurrido nada.

Y bajada por la vertiente leonesa, al valle de Babia, al pie de la enorme mole de la Peña Ubiña (2.400 y pico). A estas tierras tranquilas se retiraban los reyes de León para descansar y cazar unos días, así que cuando estaban ausentes de la Corte estaban en Babia, de ahí el dicho. Quise dormir en Villafeliz de Babia-por contarlo luego- pero encontré un campo de fútbol de cemento en San Emiliano, y ahí puse anoche la tienda de campaña. Esta mañana he recorrido los pueblos de Babia y de los valles de Luna y Laciana, que deben de ser de los más tranquilos de España, y en un paraje precioso al pie de la Cordillera Cantábrica. Al mediodía he venido a Ponferrada, que es donde escribo ahora, con la idea de ir esta tarde a Las Médulas (esas montañas que destrozaron los romanos para buscar oro...). Cuando arrancaba la vespa en Riolago de Babia, han pasado una señora vestida de negro de pies a cabeza, pañolón incluido, un señor con zuecos (zuecos sobre tres puntas de madera que ríete de las drag queens) y dos vacas a las que azuzaba el señor. Este babiano me ha dedicado una despedida que podría servir para que escribiera una tesis algún antropólogo o sociólogo pesado:

-Adiós, ¡y que no haiga novedad!

13 mayo 2006

Y dicen que viajar es caro

En plan replicante bladerruner: anoche dormí en Cabeñes, una aldeúca colgada de los Picos de Europa; esta mañana he recorrido el valle de Liébana desde Potes hasta Fuente Dé; he entrado al monasterio de Santo Toribio (donde muestran un Lignum Crucis, leño de la cruz de Cristo) y además he entrado por la Puerta del Perdón (sólo abierta en años de jubileo lebaniego, como este 2006); he curveado por el desfiladero de La Hermida; he remontado el Cares por Cabrales; he visitado Covadonga y he llegado al bellísimo pueblo costero de Ribadesella (en el estuario del Sella, Asturias).

Pero lo mejor del día me acaba de pasar hace media hora.He cenado en el paseo marítimo de Ribadesella. ¿Cuánto creéis que puede costar una cena en el paseo marítimo de Ribadesella? A las 21.45, con el sol todavía disolviéndose en el Cantábrico, he acercado la vespa a un banco, he sacado el hornillo y he llenado el cazo con agua de una fuente cercana. He preparado un tremendo plato de espaguetis con atún y tomate, bien acompañado por un trosco de pan, y he cenado mirando las olas. Me he puesto a calcular la cena: me salen 1,13 euros (más el butano que ha gastado el hornillo, que eso no sé calcularlo, pero echadle 10 o 15 céntimos más). Y luego me he pegado un lujo que no suelo repetir más que cada dos o tres años: me he zampado dos panteras rosas (99 céntimos). Si me hubieran regalado 100 euros para gastármelos esta noche, no habría podido hacer nada con lo que hubiera disfrutado más.

(Peter tiene razón: la gastronomía se va apoderando del blo. Y la pantera, que siempre asoma el hocico de una manera u otra). Veo que he escrito, por error, "blo". Pero me gusta mucho. Así mantendríamos sin promiscuidades el reducido grupo de palabras que acaban en "g", como relog, bog o carcag.

Mañana salgo pa Gijon. Luego no sé si seguir por la costa hacia Galicia o, probablemente, subir de vuelta la Cordillera Cantábrica para entrar en León y estar en Babia.

12 mayo 2006

Soy un mal amigo

Ayer descubrí el valle de Mena y la comarca de Las Merindades de Burgos, dos maravillas. Es la Castilla la Vieja Viejísima, porque aquí empezaron algunas tribus vasconas a levantar torres y castillos para luchar contra el moro, y allá por el siglo IX esta zona empezó a llamarse Castilla. Son valles amplios, praderas inmensas, cerradas por sierras calizas al norte y al sur. Y es una gozada circular por las carreteritas más pequeñas, de aldea en aldea, descubriendo iglesias románicas, torreones, y agüelicas sentadas a la orilla del arroyo con las pantorrillas remangadas.

Yo suponía que uno de los alicientes de este viaje serían las paradas en los pueblitos, por la amabilidad y la simpatía de las gentes. Ayer paré a tomar un café en Villasana de Mena. Entré al bar Pilar y pedí un café con leche a una señora -probablemente Pilar-. Me respondió "mmmgrphf" y me lo dejó en el otro extremo de la barra de donde yo estaba. Fui a buscar el café y me senté a beberlo. Sabía horrible, como si hubieran mezclado virutas de ataúd con el café. Después de leer el periódico un rato, fui al baño. Volví enseguida, y en vez de la mujer encontré al marido: "¿No tienen papel de váter, por favor?". Se encogió de hombros: "Por ahora, de momento, no". Decidí no investigar cuándo podía ser ese momento y le pedí que me cobrara. Le di un euro y me tiró diez céntimos -de verdad: arrojó la moneda desde la altura de su bolsillo, la moneda trazó una parábola en el aire y dio un bote en la barra antes de que yo la cogiera, zas-. Ya un poco temeroso, me limité a decir "adiós", y el hombre me respondió el mismo "mmmgrphf" que su mujer. Será algún ancestral resto del primigenio dialecto castellano. Al salir del bar vi en la pared un cartel que, de haberlo visto antes, me habría orientado un poco: "Los verdaderos amigos se hablan en silencio". Y el dibujo de una cara con la boca cerrada con tiritas.

Resumiendo itinerario: visité las cuevas de Ojo Guareña (son 110 kms de galerías, las más largas de España, en el recorrido se entra por una cueva y se sale por otra cueva-ermita: espectacular), dormí en Espinosa de los Monteros, hoy he venido hasta Reinosa (Cantabria). Y la excursión del día ha sido la subida al Pico Tres Mares (2.175 m.): allí, una gota de lluvia puede ir al río Nansa (al Cantábrico), al Pisuerga (afluente del Duero, al Atlántico), o al Híjar (afluente del Ebro, al Mediterráneo). Escaso mérito alpinístico: la carretera de la estación de esquí de Alto Campóo sigue subiendo hasta un collado a 2.040 metros (¡primer dosmil de la vespa!) y de ahí sólo queda media horita de ascensión suave y premio mayúsculo: tremendas vistas sobre los valles cántabros, Picos de Europa... He comido en Fontibre (nacimiento oficial del Ebro: hermos paraje, pequeña estafa geográfica), y ahora estoy en Reinosa. Creo que en vez de retroceder para ir a las Fuentes Carrionas (Palencia), bajaré hacia el valle de Cabuérniga para ir hacia Potes y Fuente Dé (valle de Liébana, al pie de los Picos de Europa).

Y a ver si encuentro un cíber que me deje colgar fotos, que tengo pendiente alguna joya de un berritxuarra cubierto de estiércol.

11 mayo 2006

Bucle bizkaino

Ayer, después de salir de Donosti y recorrer 193 kms., acabé durmiendo a 60 kms. de casa. Como siga dando estos rodeos, para llegar a Galicia voy a tener que hacer 5.000 kms. Fue una primera etapa muy cantábrica, como para despertar los sentidos después de estos últimos días con tantísimas horas ante el ordenador. Un día radiante, carretera con curvas y contracurvas al borde del mar, aroma oceánico (especialmente al pasar por Conservas Ortiz, en Zumaia), y unos vahos de eucalipto como los de infancia entre Ondarroa y Lekeitio.

Tiré por la costa: Lekeitio, Gernika, Mundaka, Bermeo, hasta San Juan de Gaztelugatxe. Y cuando ya sólo me faltaban dos saltos de pulga hasta Bilbao, vuelta p'atrás hasta Berriatua, el pueblo de Iñaki, casi en la muga con Guipúzcoa. Encontré al editor y sin embargo Iñaki estercolando la huerta de su padre (no se entienda mal: esparciendo estiércol ajeno). Y menos mal que llegué tarde, a las 18.30, porque me metió un tremendo tour guiado por el valle del Artibai. Mereció la pena, porque así supe que Berriatua es una potencia mundial en idi probak (arrastre de piedra con bueyes). En una crónica sobre una prueba de bueyes en la que participaba el equipo de su pueblo, Iñaki escribió que en un momento ya no se distinguía quiénes eran más animales, los cuadrúpedos que tiraban de la piedra o los bípedos que los azuzaban. Los bípedos leyeron la crónica al día siguiente, se indignaron (no sé muy bien por qué), la fotocopiaron y la pegaron en el frontón del pueblo. Creo que Iñaki pasó una temporada en Swazilandia.

Iñaki me enseñó las joyas del valle: una hermosa casa-torre; un terrorífico balneario en ruinas; la colegiata de Ziortza; un extraño cúmulo de crucifijos, recortes de prensa fotocopiados y estatuillas de la Virgen, levantado al pie de la carretera por un hombre al que se le apareció la imagen de la Virgen en unas raíces de un árbol; unas enormes canteras con paredes de 50 metros ("el mayor frontón de Euskadi", me dijo, y había pintadas ecologistas "No a la cantera": se ve que después de este año horribilis ya quieren traer extranjeros al Athletic).

Y, lo mejor, me llevó a la casa y taller del escultor Mikel Ángel Lertxundi, que expuso sus obras de piedra, hierro y madera con Chillida en Alemania, que monta exposiciones internacionales, que gana premios por ensayos de Filosofía, que tiene obras repartidas por mil sitios... menos en Berriatua, donde parece que no le hacen mucho caso, la verdad. Y dice Iñaki que a semejante escultor en el pueblo le llaman... pikapedrerue. Nadie es croqueta en su tierra.

Anoche estuve a punto de suspender el viaje después de cenar en casa de Unai y María -prima de Iñaki-, porque después de la impresionante tortilla de patatas, los pimientos fritos, el queso con membrillo y las fresas con leche condensada, esto ya sólo puede ir a peor.

Pero voy remontando: estoy en Bilbao y ya he tomado el café con el experto en panteras. Ahora salgo hacia Balmaseda y ya entraré en Burgos, en el valle de Mena. A ver si encuentro buena morcilla con arroz, para no dar el salto brusco de la cena de ayer a la probable lata de garbanzos con verduras de hoy.

10 mayo 2006

Hacia la capital del mundo


Una de las cosas que más me gusta de este viaje es que se va haciendo sobre la marcha. Pensaba salir esta mañana desde casa, recorrer tranquilamente la costa vasca hasta Bilbao, dormir en el piso de mi hermano Julen en Deusto.

Pero de pronto hablo con el editor y sin embargo amigo Iñaki Mendizabal y me dice que a primera hora de la tarde estará en su pueblo (Berriatua, cerca de Ondarroa, un puñadito de habitantes), que vaya allí, que me quede, que ya conseguirá un casco y me guiará por la zona. Y una frase decisiva: "¿Qué vas a encontrar en Bilbao que no haya en Berritxu?". Para empezar, ya veo que en Berritxu voy a encontrar más bilbainos -sin tilde en la i- que en San Mamés. Y además, toma chulería, medio pueblo es de la Real (como Ansotegi, el central que ha debutado este año y ya es titular indiscutible. En su primer partido le rompieron la cara de un codazo y a los pocos días andaba metiendo la cabeza en los córners como un cabestro: es de Berritxu).

Así que he retrasado un poco la salida, porque a Berriatua llego en un pispás. Ahora visitaré a mi abuela Pepi, luego pararé en Zumaia para ver a Iratxe, daré una vueltita por la costa y a primera hora de la tarde caeré por Berriatua.

Francis tiene que rematar algún asunto pendiente, pero si todo va bien dentro de un par de días cogerá un bus hasta Burgos (por ejemplo) y me acompañará unos días en la vespa, como en esta foto de pin-up motera, sacada a las 10.20 de hoy.

(En Bilbao hay algo que no tienen en Berriatua: una pantera que aparece y desaparece. Espero tomar un café con el mayor experto en panteras bilbainas -sin tilde en la i- para discutir si el Athletic debe ser un equipo de cantera o de panteras).

08 mayo 2006

Tú verás


Después de las campañas de la Dirección General de Tráfico dirigidas por una pitonisa (“Esta Semana Santa morirán cien personas”, “Este fin de semana palmarán otros veinte”) o la de la encuesta macabra (“Buenos días, ¿tiene usted pensado morir estos días, despanzurrado entre los hierros de su coche, con los miembros mutilados y las vísceras goteando a través de la carrocería?”), parece que llega otra medida del mismo estilo: las señales sin remilgos. Si giras a la derecha, no digas que no te hemos avisado.

05 mayo 2006

Véspicos ilustres (y 2). Américo Vespucio


Américo Vespucio, único navegante de la historia cuyo apellido rima con pellejo. Era italiano y viajero, como la vespa. En 1499 se embarcó en una flota española y exploró las costas de Guyana y Brasil, las desembocaduras del Amazonas y del Orinoco, las islas de Trinidad y La Española. Más tarde navegó con los portugueses y el 1 de enero de 1502 llegó con ellos a una bahía que, para conmemorar la fecha, llamaron Río de Janeiro. Luego recorrieron las costas patagónicas. Al regresar a Europa, Vespucio escribió a Lorenzo de Médicis para comunicarle sus sospechas de que aquellas tierras no eran Asia, como creía Colón, sino un nuevo continente. La carta se publicó en 1502, con el título Mundus Novus. Y al continente empezaron a llamarlo América.

Se puede discutir si el continente debió llamarse América, Colombia o incluso Rodrigondia, pero, ya puestos a concederle el honor a Américo Vespucio, ¿por qué escogieron su nombre y no su apellido? Ahora tendríamos un continente dividido en Vespucia del Norte, Vespucia del Sur y Vespucia Central, unos Estados Unidos de Vespucia, un deporte llamado fútbol vespuciano, y en las ocasiones solemnes vestiríamos unas chaquetas de tela con solapa y botones que se llamarían vespucianas. Y Pepe Isbert habría cantado aquello de “vespucianos, os recibimos con alegría”.

Y aprovecho que hoy me he cruzado por la calle con Iker Jiménez (que esta noche va a hacer su programa de radio sobre fenómenos para anormales en el Kursaal, un programa que él anuncia diciendo “amigos, la nave del misterio llega a San Sebastián”), aprovecho, digo, para apuntar un dato que dará que pensar a los conspiranoicos: Estados Unidos (de América) prohibió la importación de vespas entre 1985 y 2001. ¿Las considerarían punta de lanza de un complot vespuciano? Otra lata de pochas para la mejor hipótesis.

04 mayo 2006

Véspicos ilustres (1): Vespasiano


Si todo va bien, la vespa arrancará de nuevo dentro de pocos días. Y después del primer viaje con Josema, seguiré inmejorablemente acompañado. Antes yo tengo que terminar unos textos sobre la vida de los romanos en Oiasso (literatura alimenticia, que le dicen). Francis tiene que terminar su tremendo repaso de la evolución de la política social de la Unión Europea (sólo nombrarlo ya cansa) y luego tiene que recuperarse de la peliaguda visita de mañana al dentista (le espera otra media docena de sesiones con uno de esos simpáticos profesionales y sus deliciosas herramientas: salivadera, jeringa triple, turbina, micromotor y contángulo).

Para entretener estos días de espera, repasaré las apasionantes biografías de dos ilustres viajeros véspicos. Hoy os traigo precisamente a un romano: este morrosko de la foto era Vespasiano. Emperador entre los años 69 y 79. Viajero entusiasta: cuando era pretor participó en las campañas para someter Britania y nada más coronarse emperador salió pitando hacia Egipto (dice la enciclopedia que se fue allá “para asegurar el abastecimiento de trigo”: las excusas rocambolescas de los viajeros véspicos tienen una larga tradición).

Dos decisiones memorables: ordenó la construcción del Coliseo de Roma y estableció un impuesto sobre la recogida de orina. Ser emperador es lo que tiene, variedad de escalas. Y por eso los primeros aseos públicos de París, financiados con esos impuestos, se llamaron ¡vespasianas!

01 mayo 2006

Grumos


Hoy se cumplen siete años del día en que encontraron el cadáver de George Mallory en el Everest. Este montañero legendario, que había participado en las primeras expediciones británicas al techo del mundo (1921, 22 y 24), fue visto por última vez a 600 metros de la cumbre, con su compañero Andrew Irvine, en 1924. Luego las nubes se cerraron, desde el campamento dejaron de verlos y nunca más se supo. En 1933 apareció el piolet de Irvine, a 8.450 metros. En 1999 una expedición estadounidense buscó el cuerpo de Mallory y lo encontró a 8.300 metros. La mayoría de los expertos cree que Irvine y Mallory no alcanzaron la cumbre del Everest (29 años antes de que lo hiciera Hillary) pero nunca se sabrá con certeza. Sólo la cámara de fotos que llevaban podría desvelar el enigma. La pega es que la cámara no ha aparecido. Dicen que podría estar en la chaqueta de Irvine. Pero su cadáver tampoco ha aparecido.

¿A que viene toda esta historia? Bueno, es interesante y misteriosa, ¿no? Pero quiero llegar a unos comentarios de Conrad Anker, miembro del grupo que encontró el cadáver de Mallory, unos comentarios que tienen relación con esto de contar un viaje en un blog. Según Anker, una consecuencia de que ahora los montañeros narren sus andanzas en tiempo real es que escriben textos bastante cochambrosos: “Después de cada una de las expediciones de 1921, 1922 y 1924, sus integrantes se esforzaron durante meses para recoger en unos volúmenes monumentales las vicisitudes de los viajes. Esos libros (Mount Everest: the reconnaissance, The assault on Mount Everest y The fight for Everest) se han convertido en clásicos (...) y contienen algunos de los pasajes canónicos de la rica literatura del alpinismo. En cambio, en la avalancha de informes publicados por los miembros del grupo que encontró el cadáver de Mallory en 1999 sólo se logran estallidos inarticulados de entusiasmo: ‘Aún estoy alucinando por lo de ayer. Encontramos a George Mallory y fue un día increíble’, escribió Dave Hahn. ‘Bajamos del área de búsqueda y fue una jornada interesante’, comentó Jake Norton. ‘Fue estupendo estar ahí con Mallory’, explicó Tap Richards”.

Vespaña está en sus primeros petardeos, aún no sé qué dará de sí, tampoco sé muy bien qué va a ser este blog, si una colección de estallidos o algo más elaborado. Hace unos días me preguntaron si después de hacer un viaje y contarlo en un blog tendría sentido escribir un libro. Ahora eso no me preocupa, porque lo primero es disfrutar del viaje y aprovecharlo a tope, luego ya veremos qué poso va dejando y si merece la pena pensar en algo más. Pero creo que, al menos en mi caso y en esta primera experiencia, el blog no le quita el sitio al libro. Porque para mí el salto del cuaderno de notas al texto publicado (bien sea un reportaje o un libro) es bastante grande, y veo el blog más cerca del cuaderno de notas que del texto final. Estos días ando escribiendo un reportaje/perfil sobre el pastor de las Bardenas, y los tres retazos que aparecieron en el blog son los tres grumos principales, pero necesitan elaboración. Quizá estaría bien que el blog viajero fuera eso: un grumo, la papilla cruda del bizcocho, esa en la que untamos el dedo y que a menudo sabe mejor que el bizcocho final.

(Al hilo de las gestas exploradoras y la literatura: que yo sepa, ningún astronauta ha escrito todavía un buen libro sobre la exploración espacial).