28 abril 2006
(y 3): Erosión
“Oye, te vendo las ovejas, todas pa ti, ¿las quieres? Que yo ya no tengo edad para ir pastor, que ya me he cansado. Esto es como es, todos los días del año aquí, da igual que sea miércoles que domingo que Navidad, 365 días. Comer seco y beber caliente. Todos los días. Y tira parriba y tira pabajo, que si marcar las ovejas, que si desparasitarlas, que si qué sé yo… Y para tanto sacrificio esto tendría que rentar más, pero no renta. No renta nada. Seis mil pesetas me dan por un corderico. Pero mi hijo quiere seguir, le ha cogido el gusto, claro, él es joven. Y como un pastor solo no puede con todo este rebaño, pues yo tengo que estar para ayudarle. Y tengo dos prótesis en las rodillas, que si me ve aquí el especialista me mata. Y cada vez más tripa, yo no sé, si no como nada y no paro quieto. Y cuando duermo en el suelo, al día siguiente me levanto mal, como tieso. De joven ni me enteraba. Tampoco me hago a las gafas, tendría que llevarlas pero no me hago, veo raras a las ovejas”.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Ahora que se ha acabado esta historia, confío en que tengas más para contar.
"Veo raras a las ovejas". A mí también me pasaba con los libros cuando me puse gafas: me parecía que todas las editoriales habían reducido drásticamente el tamaño de sus ediciones. ¡Parecían como de bolsillo! (pero eran igual de caras).
Joder, qué pena no haber pasado antes para recomendarte que visitases Murillo El Cuende, más conocido como Murillete, el pueblo de nuestro amigo Sergio Amadoz.
Te hubiese encantado.
Publicar un comentario