10 julio 2006

Castejón de S.O.S. (1): dame gasolina



Prometí contaros por qué no conviene apoyar una vespa en un pino. La cuestión no es que sea pino, eucalipto, roble, cactus o bonsái: el problema es el ángulo en que queda la moto.

Tras despegarnos del hombre más pelma del Pirineo, recorrimos una de las etapas más bonitas de Vespaña, 250 kilómetros al pie de la cordillera: los valles amplios de la Cerdanya y de Urgell, la subida sinuosa por el Col del Cantó, los pueblecitos de piedra y pizarra en los que se repite la misma historia de despoblación que en casi todas las zonas rurales de España (la gente emigró a las ciudades hace cuarenta años y hoy sólo quedan cuatro viejos que permanecieron en la aldea o que han vuelto tras la jubilación, viejos amables que escuchan con un deje escéptico y resignado la admiración un poco lela de los turistas que alabamos la belleza del lugar y esto y lo otro), el valle encajonado y las aguas bravas del Noguera Pallaresa, la subida al col de la Bonaigua (la ascensión más espectacular de todo el viaje, entre bosques, cascadas, rasos y cumbres que rozan los 3.000 metros, un paraje que deja la mandíbula colgando), el descenso por el extravagante valle de Arán, la travesía heladora del túnel de Vielha.

Al final de esta etapa entramos en la provincia de Huesca y plantamos la tienda de campaña en un pinar del Collado de Fadas (1.470 metros). Como no encontramos una superficie plana como para aparcar la moto sin miedo a que se cayera, decidimos apoyarla contra un pino, levemente inclinada.



Levemente, eso pensaba yo. Pero resulta que estaba suficientemente inclinada como para que, durante la noche, el litro y pico de gasolina que debía de quedar en el depósito se fuera desbordando (aún no sé por dónde se escapa esa gasolina, pero ya sabía que existía ese riesgo: cada vez que se me ha caído la moto luego me costaba bastante arrancarla, porque la gasolina se mueve de aquí p'allá. Ya me lo explicará algún experto). Total, que por la mañana en el depósito quedaban tres gotas de combustible y estábamos quietoparados en un pinar de una sierra prepirenaica. Pero con una gran suerte: desde el Collado de Fadas sólo teníamos que bajar diez kilómetros hasta el pueblo más cercano, Castejón de Sos, y como todo era cuesta abajo no nos hizo falta ni arrancar la moto.

Con la vespa reseca, en la gasolinera de Castejón batí el récord de litros repostados: 7,18. Nunca había pasado de 6,80. Y cuando volví a la moto después de pagar, vi en la silueta de la vespa una anomalía que nos dio un susto gordo y que hizo que Castejón de Sos haya pasado a la historia de Vespaña como Castejón de S.O.S.

(Chubí continued)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Eso no se hace, Ander, que nos quedamos con la intriga y a ver quién trabaja ahora... :)

Rafa dijo...

No nos dejes así...

Anónimo dijo...

El mago del suspense...

Elena Taboada dijo...

De acuerdo con pelopatrás...