05 mayo 2006

Véspicos ilustres (y 2). Américo Vespucio


Américo Vespucio, único navegante de la historia cuyo apellido rima con pellejo. Era italiano y viajero, como la vespa. En 1499 se embarcó en una flota española y exploró las costas de Guyana y Brasil, las desembocaduras del Amazonas y del Orinoco, las islas de Trinidad y La Española. Más tarde navegó con los portugueses y el 1 de enero de 1502 llegó con ellos a una bahía que, para conmemorar la fecha, llamaron Río de Janeiro. Luego recorrieron las costas patagónicas. Al regresar a Europa, Vespucio escribió a Lorenzo de Médicis para comunicarle sus sospechas de que aquellas tierras no eran Asia, como creía Colón, sino un nuevo continente. La carta se publicó en 1502, con el título Mundus Novus. Y al continente empezaron a llamarlo América.

Se puede discutir si el continente debió llamarse América, Colombia o incluso Rodrigondia, pero, ya puestos a concederle el honor a Américo Vespucio, ¿por qué escogieron su nombre y no su apellido? Ahora tendríamos un continente dividido en Vespucia del Norte, Vespucia del Sur y Vespucia Central, unos Estados Unidos de Vespucia, un deporte llamado fútbol vespuciano, y en las ocasiones solemnes vestiríamos unas chaquetas de tela con solapa y botones que se llamarían vespucianas. Y Pepe Isbert habría cantado aquello de “vespucianos, os recibimos con alegría”.

Y aprovecho que hoy me he cruzado por la calle con Iker Jiménez (que esta noche va a hacer su programa de radio sobre fenómenos para anormales en el Kursaal, un programa que él anuncia diciendo “amigos, la nave del misterio llega a San Sebastián”), aprovecho, digo, para apuntar un dato que dará que pensar a los conspiranoicos: Estados Unidos (de América) prohibió la importación de vespas entre 1985 y 2001. ¿Las considerarían punta de lanza de un complot vespuciano? Otra lata de pochas para la mejor hipótesis.

8 comentarios:

Unknown dijo...

Después de lo de Iker Jiménez, agarra la vepsa, y hasta donde llegues, antes de que "atraque" él allí.

Roberto Goñi dijo...

A ver si consigo las pochas...
Según Vikipedia (la enciclopedia virtual), la mezcla de aceite en el combustible usado por las vespas producía grandes cantidades de humo. Las crecientes restricciones medioambientales obligaron a Piaggio a salir del mercado de los EEUU en 1985. Las Vespas habrían desaparecido totalmente de la escena estadounidense si no fuera por los entusiastas que mantuvieron las clásicas escúteres en la carretera, reconstruyéndolas y restaurándolas. Vespa volvió al mercado Estadounidense en el 2001 con un nuevo estilo, más moderno

Un Malfenti loco por comprarse una vespa.

Anónimo dijo...

No voy a entrar a la provocación conspiranoica. Sólo quiero apuntar que podrías iniciar otra serie de palabras véspicas: entre ellas, se me ocurren "vespertino" (parte del día en que la vespa piensa ya en aparcar), "vespertilio" (una especie de murciélago, y la vespa tiene algo de ese animal ladino) y, en fin, "véspero" (el planeta Venus como lucero de la tarde). Es bonito: la vespa avistando al véspero se baña de nostalgia vespertina...

Anónimo dijo...

En 1984 Steven Spielberg produjo la película Gremlings, de feliz memoria. Para quienes no pasaron los ochenta viendo la tele, recordaré que en esta película la familia protagonista –los Preltzer– tenían un vecino excombatiente que culpaba de todos los males pasados y presentes a esos "malditos coches extranjeros" y, por extensión, a todo lo que fuera mecánico y no estadounidense. Aunque "líder de opinión" no es la descripción que primero me viene a la mente al pensar en ese personaje, supongo que al encargado de aprobar la importación de vespas sí le encandiló con sus argumentos ("los extranjeros llenan todo de gremlings, hasta tienen gremlings diminutos para estropear los relojes") y tomó la decisión de prohibir la entrada de vespas en los Estados Unidos.

Ander Izagirre dijo...

Faroni, me alegro de saber que los malfentis asomáis la nariz por aquí. Y tu respuesta es la correcta. Pero me temo que no te llevas las pochas: si repasas la jurisprudencia (lee los comentarios añadidos en el capítulo dedicado a Vespasiano), verás que que la lata de pochas no es para la respuesta correcta (repito que no es cuestión de mandar una lata de pochas al presidente de Google o al de wikipedia) sino para la mejor respuesta.

En este caso, Peter -aunque se ha ido por otras ramas- merece una mención de honor (podríamos instituir el premio secundario "abrelatas de acero inoxidable"). Pero, si nadie supera al gran Olabe, me parece que las pochas van directas al seminario de Pamplona, siguiendo la tradición de agradecimientos alimenticios que empezó con una remesa de yogures multifrúticos. Pochas para el clero a la de una, pochas para el clero a la de dos...

Anónimo dijo...

La vespa había llegado hasta el río Bravo, que al otro lado de la frontera de Estados Unidos llaman Grande, y no había puentes. Se quedó parada, como sin combustible. En esto llegó un alacrán, y también se quedó parado. Poco después, vieron que se acercaba una tortuga, que tardó una eternidad.
−Oye, tortuga, ¿nos llevas al otro lado?−le preguntó el alacrán.
−¿Tu te crees que soy tonta? ¿A un alacrán y una avispa? ¡Me picaréis cuando estemos en la mitad del río!
−Señora tortuga, piense un poco: si lo hiciéramos, nos ahogaríamos, que esta avispa dice que no sabe volar.
−Pues vaya avispa. Y de lo de ahogarnos todos, también es verdad. Venga, subid.

Y cuando llegaron a la mitad de río Bravo, va el alacrán y le pica a la tortuga.

−Pero alacrán, que me has dicho que no lo ibas a hacer…
−Es el carácter.

Anónimo dijo...

Claro, ninguna otra vespa quiso volver a intentarlo.

Anónimo dijo...

Resumen de lo publicado: la vespuciana del traje te queda de fábula.