20 junio 2006
Por qué me he quedado tantos días en Tarragona
Estoy muy orgulloso de estas fotos (reto a los diez mejores fotógrafos del mundo a que intenten una representación mejor del concepto "satisfacción"). Estoy tan orgulloso que me da pena tener que añadirles un poco de texto. Pero quizá os interesen algunas explicaciones.
Paré unos días en la costa sur de Tarragona porque mis padres estaban en el apartamento que tienen allí. En realidad, mi madre -a quien no es difícil reconocer entre los comentaristas más asiduos y más entusiastas de este blog- había tenido que volver al trabajo por un asunto urgente, de modo que cuando llegué a Tarragona sólo estaba mi padre. Dos días después celebramos su 59º cumpleaños (aunque, como veis en la primera foto, se podría decir que cada langosta le rejuvenece una década). El otro comensal de la segunda foto es el colega Burton, compañero de aventuras de mi padre, que había llegado la víspera. Son dos prejubilados sabios: el día que no comen langosta comen mejillones, salmón marinado, berberechos, costillas o entrecot. Las paellas llevan cigalas, langostinos, almejas y mejillones -si alguna vez queréis ver cómo ponen cara de alarma, servidles una paella con pollo o con chorizo, o llevadles a comer a un chino, ya veréis qué susto-.
Podría decir que si las playas de la Costa Dorada, que si el tibio Mediterráneo, que si el delta del Ebro, que si la Tarragona romana, que si la excursión a Montserrat. Pero para qué nos vamos a engañar. Las razones por las que me quedé una semanita en Tarragona tienen patitas, bigotillos o valvas.
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11 comentarios:
¿Quién es tu padre? ¿El del plato de la derecha o el de la izquierda?
Que extraño concepto de satisfacción. Sólo de ver esos bichajos se me van las ganas de comer. Y después dicen que yo no acepto que hay cosas relativas! Para una uruguaya del norte donde el concepto pescado no existe más que como "mojarrita", satisfacción sería ver un buen pedazo de asado, de carne vacuna por supuesto. Por otra parte: que bueno que disfrutaron la comida y el festejo del cumple de tu padre! Nada como la familia.
Mi familia nada bastante mal, mi-tacua-uy, y yo también. Las clases de natación fueron un trauma infantil. Y, con perdón, si cierras los ojos y comes un pedazo de langosta, seguro que organizas un movimiento revolucionario para echar a las vacas uruguayas al mar y repoblar las praderas con langostas.
Burton me enseñó a distinguir las langostas hembras -mucho más sabrosas- de los machos. También distingue el sexo de los tomates -y también en este caso los prefiere hembras-.
Qué barbaridad. Estas cosas se avisan. Las cañitas en Madrid están bien, pero esto...
¡Incorregibles!. Cuando van al Super, no son capaces de encontrar los paquetes de las ricas lentejas,(con el hierro que tienen).
Son la una, faltan todavía dos horas para comer y casi muerdo la foto de arriba en busca de esas patitas y bigotitos, oigo el crujido de las cáscaras, se me hace la boca agua... No hay derecho.
Yo debo de ser argentino, porque donde esté la carne (incluso la de los peces) que se quiten los recovecos...
Ya lo dice la canción: Qué bonito es Tarragonaaaaaaaaaaaa
Tras la soledad y algunos momentos durillos, se ve que el periplo vespañoso también tiene sus compensaciones...
La ternera es fabulosa, pero donde estén los bitxitos marinos...
Si viera tu abuela y la mía ese bote de mayonesa encima de la mesa...
nik ikusita neukan, urrutitik, horrelako pieza bat
baina redio, hori da hori okela puxka!!
zaindu asko, my brother
sufritzeko geu gaitxuk naikuek-eta!
Albardao, laster, azkenean!, zure foto ximaurreroa ta zure lehengusuena blogean. Zemuz bizi zea? Mantsogo? Hala izan dadila.
PD: ez dut sinisten berritxuar batek horrelako piezik sekula jan ez duenik
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